Mullet es un grupo formado en Lugo y que recién publica Salmonete (efepé ediciones, 2011). Grabado por Roberto Mallo y llamado a ser un revulsivo del pop indígena, contiene los elementos necesarios para dar que hablar, que es lo que cuenta.
Mullet: Distinguido corte de pelo que dice serio por delante, fiesta por detrás. Esto es lo que se puede leer en la Frikipedia para explicar el vocablo. También es el nombre de una banda que se dedica a realizar radiografías de los intestinos de la sociedad, con cachondeo pero en serio: “Mullet es demasiado serio, y no es lo que nosotros queremos, sino un reflejo de la vida, de la sociedad. Si la sociedad es estúpida, nosotros no tenemos toda la culpa”. Tras este nombre se esconden tres individualidades que forman parte de otros proyectos musicales y que aquí, ocultándose bajo osados nombres como Burguer, El Ano y Bragochas, cuentan: “empezamos (a tocar juntos) para atacar a la desidia y a la vida de parado. Un tiempo después tuvo que entrar Bragochas para ponernos las pilas, ya sabes, el toque femenino. Hemos demostrado que tres seres anodinos pueden ser también geniales en conjunción. El socialismo tiene múltiples usos”.
Desde una lógica musical entre el tontipunk y el queercore, aunque ellos se definen emo y mugre, en sus letras pasan de homenajear a Rafaella Carrá a repasar la toponimia galaica castellanizada, pasando por darle un repaso a Álvaro de Marichalar, hablar de bodas gays y cantar imposibles estribillos sobre semen y caca.
Misivas que les hacen formar parte de la gozosa tradición de bandas pop que se toman las cosas con una gran falta de respeto, desde Kaka de Luxe hasta Rajoy Division. Bragochas apunta que se identifican “con algunas, y no todas. A El Ano no le interesan en general los demás grupos, pero quiere que nos patrocine Alaska, pero por su dinero. Burger y yo no somos tan rancios. Yo en particular amo Hidrogenesse, y creo que también podemos decirlo por Burger”.
Suenan frescos y libres de prejuicios en un primer disco en el que husmean en la mugre cual redactores de el Hola o La Noria, entre lo casposo y lo punk: “Somos más como el ¡Qué me dices!, es decir, degradación humana y casi humana con un punto cursi. Somos como Sid Vicious enrollándose con la Duquesa de Alba sobre un poni”.