Fecha 23/08/2011 Lugar Náutico, S. Vicente do Mar (O Grove) Aforo Lleno
San Vicente do Mar, O Grove; donde el agua fría y el sol que salva de la hipotermia alimentan las playas, donde los bañistas parecen alimentarse exclusivamente de marisco. Allí está varado el Náutico; un sitio para ir y quedarse. Algo que parecen saber los músicos que se bañan en A Barrosa y se secan en el escenario al aire libre en las noches ya-no-tan-hippies del local de Miguel de la Cierva. Esta noche Nacho Vegas y Fernando Alfaro en sesión doble.

Rubén Ares
Se subía primero Fernando Alfaro, profesor Alfaro debería decir: su jersey de verano sobre el polo enmarcando una barba ya cana en una cara cansada y con la mirada del sabio tras las gafas de pasta le conferían un aire docente muy alejado del muchacho despelotado de los Surfin´ Bichos. “La vida es extraña y rara” es el título de su nuevo disco en su nueva vida discográfica junto a Nacho Vegas en Marxophone . Y decide asumir por primera vez una grabación únicamente firmada con su nombre. Y defendiendo su repertorio en directo únicamente con su guitarra acústica y esa voz que susurra gritos tortuosos desde el fondo de una caverna. Así parecen estar construidos los temas de su nueva referencia, para ser rasgados y declamados. En “Camisa hawaiana de fuerza”, con la colaboración al teclado de Refree, en la fúnebre “Extintor de incendios” o en la crónica de una separación que es “El dolor del miembro fantasma” Alfaro se muestra caustico y desolador. Saca belleza de sus miserias y arranca sonrisas con esa cara de tipo serio que le ha puesto la vida.

Rubén Ares
Nacho Vegas está habituado a este escenario, se le nota cómodo. Máxime si está respaldado por Abraham Boba (qué gran escudero) al teclado, Manu Molina a la percusión (mínima y precisa), Luis Rodríguez al bajo y el imprescindible Xel Pereda a la guitarra. Taberneros todos ellos de las letras que destila el xixonés en clave folk-rock, de sus desamores y borracheras. Al igual que el manchego que le precedió no trata de hacernos la vida más feliz, comparte sus penas y alegrías esperando la empatía. Sobre todo en adictos al desasosiego y penitentes de su pasado. Decir que estaba relajado es describir a un Vegas capaz de transmitir emoción y mirar a su público. Centrándose en “La zona sucia”, con canciones como “Cuando te canses de mi”, con Miguel de la Cierva al pedal steel, o “Perplejidad” brillando Xel Pereda, sin dejar de ofrecer clásicos como “El hombre que casi conoció a Michi Panero”. Dejando pasar la noche junto al mar hacía “La gran broma final” con un concierto de los que remueven entrañas y dejan poso. A su salud.