Fecha 25 /03/2011, A Coruña Sala LeClub Aforo Lleno Promotor Son Estrella Galicia
El espectador, el consumidor de música en directo, no entiende de agotadores viajes en carretera, ni de vidas bohemias, ni de cansancios y apatía puntual sobre el escenario. No perdona una. Porque la noche del concierto espera que su artista favorita no le defraude o quiere que le convenza de esa fama de la que le han hablado hasta arrastrarle a una sala. Porque ese día quiere recibir un gratificante recital a cambio del dinero que ha invertido. Christina Rosenvinge tiene más tablas que nadie en este circo pero también puede tener actuaciones menos afortunadas. La de esta noche en Coruña, mal que me pese, lo fue. Su inseparable Charlie Bautista mostraba signos de agotamiento sobre el escenario de Le Club, la explicación podría deducirse cuando la rubia cantante le agradeció que hubiera recogido su amplificador a reparar a las 8 de la mañana. Pero ya he dicho que aquí no se perdona una. Ellos dos solos han demostrado a quien esto firma que pueden articular un directo que sobrepasa expectativas. Pero eso no ocurrió esta noche, estaban demasiado encorsetados en un formato acústico de guitarras gemelas, la danesa la alternaba con los teclados, que no despegó salvo en contadas ocasiones.
Presentando La joven Dolores ante una sala llena, de un público afín o curioso, Christina Rosenvinge comenzó a desgranar su repertorio con “Jorge y yo”, canción dedicada al único hombre que no le ha defraudado: su hermano. Aquí entramos en un subgénero que se podría llamar “prensa rosa indie”. Porque ríos de tinta se han escrito a partir de lo que ella ha escrito en sus letras. Había gente que analizaba las canciones presuponiendo a que desfachatado ex-amante estaba dedicada. Juego este parejo al de denostarla por su pasado comercial, en su etapa juvenil con Álex & Christina. Yo soy el primero en entender la pasión que desata la rubia danesa, pero yo me baso en canciones y en como las interpreta. Discografía y cancionero que avalan una trayectoria más que digna deberían ser suficientes frente a los prejuicios. Cuando cantó “A liar to love” de Continental 62, tal vez su mejor disco, alguno de estos prejuiciosos callaron. Con “La distancia adecuada” se redimió y alguna sonrisa cómplice con Charlie Bautista les mostró menos tensos.
El final, en bis, de ella sentada al borde del escenario cantando “No lloro por ti”, rematándolo con un dedo anular al cielo (dedicado a adivine usted), fue otro acto de seducción medido para un público que ella ya sabe que siempre le será fiel.